domingo, 24 de agosto de 2014

Para la cartera de la dama y el bolsillo del caballero

Hoy nos toca hablar del consumismo en el transporte público. Es un punto máximo que demuestra cómo le gusta a la gente comprar y comprar; no importa qué, pero comprar. Voy a incluirme como víctima de este consumismo ya que muchas veces he caído en la tentación de comprar cosas que nunca usé, o que he solapeado en un "podría necesitarlo" y terminan acumuladas en algún lugar sucumbido en la oscuridad. Sinceridad ante todo, la vida útil de las cosas que comprás en el colectivo/subte es igual a la yerba en la administración pública. NULA. O tiene esa función misteriosa que en el momento que las compraste tenían un sentido asignado, y cuando llegás a tu casa te olvidás para qué realmente las habías adquirido.
Empecemos por las medias, el otro día subió a la linea 17 un vendedor de medias básicas, accesibles, que de 5 personas que le compraron, cada una aproximadamente le llevó de 3 a 4 pares. Ingresé a un mundo desconocido: alguien, sin contar a los abuelos, compra medias!, creía que salían o del árbol de navidad adosadas a algún regalo ("siempre te sirven, nunca están de más" dice la nona) o no sé, simplemente aparecían y ya. Bueno, resulta que hay gente que las compra, algo que por más extraño que me parecía, era "útil", las medias de subtes y colectivos gritan rock.
Una genial fue un vendedor de brújulas en la linea B, excelente, lo vi esa sola vez publicitando su producto y vendiéndoselo a un hombre que seguramente no tenía acceso a internet ni a los fantásticos mapas interactivos que te marcan el recorrido, o bueno, quizás estaba en una misión oculta y estaba guiando al hijo lisiado de Stark al Norte para recuperar el trono (Hice apología de Games of Thrones, si no miran series no se gasten en leer este blog porque no van a entender nada).
Las linternas\lucesitas variadas: fui víctima dos veces de esta compra. "Por si se corta la luz", nunca las encontrás cuando se corta la luz, pero bueno, el compartimento del subte parecía un lugar lleno de gente jugando a ser gatos. Perseguían las lucesitas y compraban compulsivamente linternas que nunca iban a usar, o que iban a gastar boludeando (vienen con pilas, atentos a este dato). Junto con las linternas, otra venta súper copada es la de las lapiceras NUNCA FUNCIONAN, y los marcadores tienen una esencia noqueadora no apta para regalar a personas queridas. Las películas piratas que, de 3, 2 no terminás de verlas de lo mal que se ven, y la última el reproductor de dvd no la reconoce. Ni hablar de los CDs con los temas del momento (incluye Mayonesa, Que bate el Chocolate, En bicho bicho y Rosa-Rosa).
El adaptador de pendrive o tarjeta de memoria. Lo compré, lo admito. Nunca lo usé hasta ahora, pero le voy a dar una chance, sé que algún día le voy a encontrar la utilidad. Chicles, caramelos, todos compran, no importa el sabor, comprás por vago para no pararte en el kiosco. Te llevás de los sabores más extraños o esos que nunca sin estar bajo este encanto capitalista comprarías, pero ¿qué importa su procedencia desconocida o sus sabores exóticos si lo podemos adquirir fácilmente en los medios de transporte? Todos compran, yo compro.
Hasta ahora venimos marcando algunas compras por inercia, que quizás no tienen el nivel de inutilidad del objeto que voy a tratar ahora: La lupa tarjeta. Ahí es cuando todo se va al carajo.
Recientemente iba en el colectivo diciéndole a una compañera de la facultad: "QUIÉN PUEDE COMPRAR UNA LUPA DE ESAS? EN SERIO..."
Acto seguido llego a la oficina y me entero que mi Jefa no sólo había comprado una, sino que había adquirido dos. DOS LUPAS TARJETAS. Supongo que una de repuesto para generar doble aumento.. o algo así. Todavía no encontré la respuesta a porqué tenía una, menos dos. Lo peor es que la prestaba con orgullo. No le podía gritar que lo que acababa de hacer era un suicidio social, pero no importa, estaba tan feliz con su lupa que matar su ilusión hubiera sido triste. Supongo que las personas que me vieron en el subte comprando las linternas habrán pensado lo mismo.

Y sí, admitamos lo consumistas que somos y levantemos aquellas cosas inútiles que alguna vez compramos en el transporte público. A vos, que tenés de esas cosas, sabé que no sos el único, que no estás solo. Y a vos que nunca compraste nada... ya vas a caer.

Persona Dos-

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